
Título: LA TÍA TULA
Autor: MIGUEL DE UNAMUNO
Editado por: El País “Clásicos españoles”, 2004
Género: Novela costumbrista
Resumen.- El conflicto entre el anhelo
de maternidad y la aversión hacia el amor carnal lo afronta La tía Tula
con voluntad de hierro, rasgo acorde con su conducta católica donde el alma
significa pureza y el cuerpo pecado. Cuando muere su hermana, se hace cargo de
su cuñado y sobrinos a los que siempre llamará hijos. Renuncia a tener una vida
propia, pero se adueña de los destinos de los otros, manteniendo la unidad
familiar con su severo temperamento, fruto de una exacerbada castidad.
Notas sobre: LA TÍA TULA
PERSONAJES.-
Rosa, hermana de Gertrudis
(Tula).- “Era la hermosura espléndida y algún tanto provocativa de Rosa, flor
de carne que se abría a flor del cielo a toda luz y todo viento, la que llevaba
de primera vez las miradas a la pareja […] Rosa abría espléndidamente a todo
viento y a toda luz la flor de su encarnadura…” (Pág. 24).
Ramiro Cuadrado.- Novio,
esposo y viudo de Rosa. Cuñado de Tula. “…un guapo mozo […] simpático” (Pág.
25).
Tula lo define como: “… un buen
partido para Rosa […] y que se querrán […] cree estar enamorado de ella […] lo
estará. Porque como es hombre de vergüenza y de palabra, acabará por cobrar
cariño a aquella con la que se ha comprometido ya. No le creo hombre de volver
atrás” (pág. 29).
Gertrudis-TULA.- “… pero
eran luego los ojos tenaces de Gertrudis los que sujetaban a los ojos que se
habían fijado en ellos y a los que a la par les ponían a raya. […] Y bien
miradas y de cerca aún despertaba más Gertrudis el ansia de goce. […] ella era
como un cofre cerrado y sellado en que se adivina un tesoro de ternuras y
delicias secretas” (Pág. 24).
“… voz pastosa y solemne […]
parecía venir de las lontananzas de la vida común de la pureza…” (Pág. 32).
Don Primitivo.- Hermano de
la madre. Tío sacerdote de Rosa y Tula con el que viven las dos hermanas,
huérfanas de padre y madre.
Dice de Tula don Primitivo: “…me
mete un miedo esa Tulilla […] Tiene unas preguntas la mocita […] ojazos tristes
[…] ojazos de luto que se le meten a uno en el corazón” (Pág. 27).
Madre y abuela de Tula y Rosa.
Doña Venancia, la viuda.-
Madre de Ramiro.
Don Juan.- Médico que
pretende a Tula.
El padre Álvarez.-
Confesor de Tula, que no director espiritual.
Hijos de Ramiro y Rosa:
Ramirín, Rosa y Elvira.
Manuela.- Sirvienta en casa de Tula y Ramiro, al final se casa con el viudo.
Hijos de Ramiro y Manuela:
Enrique y Manolita.
Caridad.- Esposa de
Ramirín.
ALGUNAS FIGURAS RETÓRICAS:
“Llorándole la voz” (Pág. 31).
Metáfora.
“Silencio de hielo… Silencio
agorero” (Pág. 35). Oxímoron.
“Manso y dulce fuego…” (Pág. 45).
Oxímoron.
“…la vida de la joven madre se iba
en rosario de gotas…” (Pág. 52). Metáfora.
FRASES:
“Por los ojos de Gertrudis pasó
como la sombra de una nube de borrasca, y si se hubiera podido oír el silencio
habríanse oído que en las bóvedas de los sótanos de su alma resonaba como un
eco repetido y que va perdiéndose a lo lejos aquello de “o ella…” (Pág. 30).
“Vivimos solas, te he dicho. Las
mujeres vivimos siempre solas. El pobre tío es un santo, pero un santo de
libro, y aunque cura, al fin y al cabo hombre” (Pág. 32).
“- Bien dice el médico, sobrina,
que parece como si hubieras nacido comadrona.
- Toda mujer nace madre, tío.
Y lo dijo con tan íntima
solemnidad casera, que Ramiro se sintió presa de un indefinible desasosiego y
de un extraño remordimiento. “¿Querré yo a mi mujer como se merece?”, se
decía”. (Pág. 42).
Dudas de Ramiro, el cuñado, ante su matrimonio impuesto
por Tula.
“Era como una preocupación de la
tía de ir sustrayendo al niño, ya desde su más tierna edad de inconsciencia, de
conocer, ni en las más leves y remotas señales, el amor de que había brotado.
Colgóle al cuello, desde luego, una medalla de la Santísima Virgen, de la
Virgen Madre, con su Niño en brazos”. (Pág. 43). Deseo de Tula por apartar
al niño de todo lo que tenga que ver con el amor carnal.
“- Y ahora –le dijo Gertrudis a
su hermana al oído- a querer mucho a tu marido, a hacerle dichoso y… ¡a darnos
muchos hijos! (Pág. 45). Podría decirse que se trata de un plural
mayestático, pero es el deseo de Tula dicho en voz alta, el deseo de ser madre
de los hijos de Ramiro pero sin tener que compartir con él su cuerpo.
“Ramiro se fue. Gertrudis tomó a
su sobrinillo, que no hacía sino gemir; encerrase con él en un cuarto y sacando
uno de sus pechos secos, uno de sus pechos de doncella, que arrebolado todo él
le retemblaba como con fiebre, le retemblaba por los latidos del corazón –era
el derecho-, puso el botón de este pecho en la flor sonrosada pálida de la boca
del pequeñuelo. Y éste gemía más estrujando entre sus pálidos labios el
conmovido pezón seco”. (Pág. 52). Gertrudis desea un milagro, desea poder
alimentar ese niño con su propia leche, para sentirle más suyo.
Opinión personal.- Cuando
en 1921 apareció publicada La Tía Tula, Unamuno dio fin a un trabajo de
casi veinte años. Una novela corta, nivola, como la llamó el autor con
una sencilla historia: Ramiro se casa con Rosa, hermana de Gertrudis-Tula. Al
nacer el tercer hijo, Rosa muere y Gertrudis se traslada a vivir a su casa para
hacerse cargo de los niños y del cuñado. Poco después descubre que Ramiro ha
dejado embarazada a Manuela, la criada, por lo que Gertrudis, de nuevo, le casa
con ella por el bien de la criatura y de todos. Al final es Gertrudis quien se
tiene que hacer cargo de cinco criaturas, hasta que, exhausta, muere.
Se plantea en la novela el tema
de la virgen-madre, el sentimiento de la mujer por ser madre, pero sin tener
que perder su virginidad. Tula mira esa virginidad desde el punto de vista
cristiano-católico, pero en su simpleza, se da cuenta de que, al intentar
buscar ciertas verdades, acaba pecando pues al cuestionarse algunas preguntas
las respuestas no se atienen a los cánones marcados por la Iglesia. Es de
reseñar la reflexión que se hace cuando echa de su casa al médico, Don Juan,
después de haberle hecho éste ciertas propuestas de matrimonio: “…El hombre
me sacaba de quicio, es cierto; sus miradas me herían más que sus palabras,
pero debí tratarle de otro modo. El pobrecillo parece que necesita remedio,
pero no el que él busca, sino otro, un remedio heroico y radical”. Pero cuando
supo que don Juan se remediaba empezó a pensar si era, en efecto, calor de
hogar lo que buscaba, aunque bien pronto dio en otra sospecha que le sublevó
aún más el corazón. “¡Ah –se dijo-, lo que necesita es un ama de casa, una
que le cuide, que le ponga sobre la cama la ropa limpia, que haga que se le
prepare el puchero…, peor, peor que el remedio, peor aún! ¡Cuando una no es
remedio es animal doméstico, y la mayor parte de las veces ambas cosas a la
vez! Estos hombres… ¡O porquería o poltronería! ¡Y aún dicen que el cristianismo
redimió nuestra suerte, la de las mujeres!” Y al pensar esto, acordándose
de su buen tío, se santiguó diciéndose: “¡No, no lo volveré a pensar…!”.
Pero ¿quién enfrenaba un
pensamiento que mordía en el fruto de la ciencia del mal? “¡El cristianismo, al
fin, y a pesar de la Magdalena, es religión de hombres –se decía Gertudis-;
masculinos el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo…!”. Pero ¿y la Madre? La
religión de la Madre está en: “He aquí la criada del Señor; hágase en mí según
tu palabra” y en pedir a su Hijo que provea de vino a unas bodas, de vino que
embriaga y alegra y hace olvidar penas, y para que el Hijo le diga: “¿Qué tengo
yo que ver contigo, mujer? Aún no ha venido mi hora”. ¿Qué tengo que ver
contigo…? Y llamarle mujer y no madre… Y volvió a santiguarse, esta vez con
verdadero temblor. Y es que el demonio de su guarda –así creía ella- le
susurró: “¡Hombre al fin!”.
Unamuno pinta a Tula como una
mujer femenina, muy femenina, además de feminista, a la que no le gusta que le
mande ningún hombre, ni tan siquiera su confesor: confesor sí, no director
espiritual…
En La Tía Tula Unamuno
toca otros temas muy de su agrado como son:
- referencias temáticas a una
religión de meras apariencias,
- matrimonios pactados cuyo fin
principal es la procreación, o para salvar honores mancillados,
- una sexualidad complicada y, en
el fondo, turbia, como la de Tula (confusa en sus sentimientos hacia Ramiro;
más que confusa, temerosa ante la posibilidad de manchar su inmaculada
virginidad al entregarse al hombre, al bruto, al zángano…),
- la obsesión por trascender la
muerte, por auto-canonizarse,
- el eterno conflicto entre la
Religión y el sexo; la sexualidad, éste último es un subtema que recorre toda
la espina dorsal de la novela y Unamuno lo trata con cierta liberalidad para la
época. Es la sexualidad de Tula, apasionada por la maternidad, la que ahoga
cualquier otro sentimiento o sensación provocada por las reacciones de su
cuerpo, como cuando pone a su sobrino recién nacido a su pecho.
Gertrudis.- Nombre de origen
germánico cuyo significado es “virgen guerrera”, y Tula lo es: una virgen
madre, luchadora, es madre con intermediarios, pero madre al fin.
Juana Castillo Escobar
*****
"LA TÍA TULA "
Adquirido
junto con el diario El País el lunes 7-II-05
Empezado a
re leer el: sábado 5-IV-08
Acabado el: 10-IV-08
BIOGRAFÍA
Y OTRAS OBRAS DEL AUTOR.- Unamuno, Miguel de
(1864-1936), filósofo y escritor español, considerado por muchos como uno de
los pensadores españoles más destacados de la época moderna y miembro de la generación del 98.

En
1914 fue obligado a dimitir de su cargo académico por sus ataques a la
monarquía de Alfonso XIII; sin embargo,
continuó enseñando griego. En 1924 su enfrentamiento con la dictadura de Miguel Primo de Rivera
provocó su confinamiento en Fuerteventura (Islas Canarias). Más tarde se trasladó a Francia, donde
vivió en exilio voluntario hasta 1930, año en que cae el régimen de Primo de
Rivera. Unamuno regresó entonces a su cargo de rector en Salamanca, que no
abandonaría hasta su muerte. Aunque al principio fue comprensivo con la
sublevación del Ejército español que en seguida encabezó el general Francisco Franco, pronto
la censuró públicamente: en un acto celebrado en la Universidad de
Salamanca, su comentario “venceréis, pero no convenceréis”, provocó la
respuesta del general Millán Astray, uno de los sublevados: “¡Viva la muerte y muera la
inteligencia!”. Terminó sus días recluido en su domicilio de Salamanca.
Obra filosófica.- Su filosofía, que no era sistemática,
sino más bien una negación de cualquier sistema y una afirmación de “fe en la
fe misma”, impregna toda su producción. Formado intelectualmente en el racionalismo y en el positivismo, durante su juventud
simpatizó con el socialismo, escribiendo varios artículos para el periódico El Socialista, donde mostraba su
preocupación por la situación de España, siendo en un primer momento favorable
a su europeización, aunque posteriormente adoptaría una postura más
nacionalista.

Más
tarde, la influencia de filósofos como Arthur
Schopenhauer, Adolf von Harnack o Sören Aabye Kierkegaard, entre
otros, y una crisis personal (cuando contaba 33 años) contribuyeron a que
rechazara el racionalismo, al que contrapuso la necesidad de una creencia voluntarista de
Dios y la consideración del carácter existencial de los hechos. Sus
meditaciones (desde una óptica vitalista que anticipa el existencialismo) sobre el sentido de la vida
humana, en el que juegan un papel fundamental la idea de la inmortalidad (que
daría sentido a la existencia humana) y de un dios (que debe ser el sostén del
hombre), son un enfrentamiento entre su razón, que le lleva al escepticismo, y
su corazón, que necesita desesperadamente de Dios. Aunque sus dos grandes obras
sobre estos temas son Del sentimiento
trágico de la vida (1913) y La agonía
del cristianismo (1925), toda su producción literaria está impregnada de
esas preocupaciones.
Obra literaria.- Cultivó
todos los géneros literarios: fue poeta, novelista, autor teatral y crítico
literario. Su narrativa comienza con Paz
en la guerra (1897), donde desarrolla la “intrahistoria” galdosiana, y
continúa con Niebla (1914) —que llamó
nivola, en un intento de renovar las
técnicas narrativas—, La tía Tula, y San Manuel Bueno, mártir (ambas de
1933).
Entre
su obra poética destaca El Cristo de
Velázquez (1920), mientras que su teatro ha tenido menos éxito, pues la
densidad de ideas no va acompañada de la necesaria fluidez escénica; en este
terreno destacan Raquel encadenada
(1921), Medea (1933) o El hermano Juan (estrenada en 1954).
*****
muchas gracias...
ResponderEliminarGracias a ti, primero por leerme y, después, por dejar tu huella en el blog.
ResponderEliminarUn saludo.
Una de la primeras obras que me dieron ganas de hacer carrera de lengua y literatura espanolas.la he leido varias vecesy he visto la pelicula basada en ella .la Tia Tula vive en nos otros .es un personaje para todos lugares y todos tiempos
ResponderEliminarSí, mi querido amigo anónimo, Tula es un personaje fuerte, bien descrito y que te hace, como bien dices, desear seguir una carrera de lengua y tratar de escribir algo tan bueno y hermoso como es esta novela corta pero intensísima.
EliminarUn saludo navideño, Juana Castillo.