¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS A TODOS!!

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sábado, 15 de octubre de 2022

El balcón - Felisberto Hernández

 


Título: El balcón - El cocodrilo

Autor: Felisberto Hernández

Editorial: Visor Libros

Año de publicación: 1900

Encuadernación: Encuadernación de tapa blanda




El Balcón es un relato que, a pesar de parecer sencillo, no lo es tanto, es polémico y da lugar a opiniones encontradas como cualquier otra obra ya que autor y relato son uno, lectores y opiniones cientos o miles, tantas como lectores, y todas distintas.

En lo que sí estamos de acuerdo es en que se trata de un relato narrado en primera persona, con un narrador, por tanto, deficiente: sabe sólo lo que ve y sólo puede contar lo que ve y escucha, nada más.

Para mí, en este caso, se trata de un narrador de los que hacen que te preguntes: “¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?”, me explico, este narrador en primera persona bien puede decirse:

1) que es el protagonista de la historia, sin él la desconoceríamos,

2) es un narrador que se esconde, se camufla, nos cuenta pocas cosas de él para dar paso e importancia a sus personajes, además, porque quizá no desee ser reconocido.

Digo esto porque se trata de una primera persona que bien pudiera ser el mismísimo autor. Ese “YO-narrador” es músico, pianista itinerante al igual que lo era el autor, Felisberto Hernández: músico itinerante que se ganaba la vida actuando en bares y cines de las ciudades y pueblos de su entorno. Las preguntas que surgen de inmediato son: “¿Por qué esta historia no puede ser una simple anécdota? ¿Algo que en realidad le sucedió a ese yo que se camufla, ese yo-narrador-autor llamado Felisberto Hernández y que, en el relato, incluso obvia su nombre así como el de los personajes principales, el padre y la hija? ¿Los olvidó sin darse cuenta, o lo hizo a propósito para que nadie que leyese su historia pudiera reconocerlos? ¿Tan descabellado resulta pensar que en una de esas giras no conoció a alguien parecido y lo inmortalizó en un relato? Unos personajes que, en todo cuento que se precie, son anónimos”. Porque, leyendo despacio se ve que el trío principal: pianista, padre e hija, no tienen nombre; a parte está la personificación del balcón (que da título al relato y en torno al que gira la trama del mismo, podría ser considerado el antagonista del narrador, antagonista a través de la figura y de las palabras de la hija). Los únicos personajes femeninos que sí aparecen nombradas son: Tamarinda, la sirvienta enana, y una mujer llamada Úrsula, fruto de la imaginación de la hija que siempre anda ideando historias, son personajes “extras” que, como en las películas, están ahí para hacer bulto o, en algún caso como puede llegar a ser en el de Tamarinda, para inquietar. Lo cierto es que hay, al menos, una decena de personajes salpicados por el texto.

El entorno está descrito de forma rápida, como si no importara. En realidad la historia es un suceso de actos, como en una representación teatral, que tienen lugar:

- el primer acto en el teatro donde actúa el músico y luego, las otras dos escenas, muy rápidas, son unos instantes en la calle y luego en un bar en el que charlan el anciano con el pianista,

- el resto de los actos, hasta cuatro más, vienen dados por cortes temporales (el segundo cuando el anciano va a buscar al músico-narrador al hotel) se desarrollan en el interior de la casa en distintos escenarios: en el comedor, en el dormitorio de la hija, en el dormitorio que le asignan al pianista, en lugares de paso como el jardín o el corredor de las sombrillas…

Los personajes se mueven en una atmósfera pequeña, agobiante, como en el escenario de un teatrito, casi de juguete. Los diálogos que mantienen entre sí son fluidos, algunos directos y otros insertados en el texto, transcripciones del narrador de cosas dichas por sus personajes.

Existe una enorme personalización de los objetos a los que el autor les dota de una humanidad que, lógicamente, no poseen. Es una humanidad que viene dada por los propios personajes cuando estos se presentan en su estado más “puro”, digamos, más “lúcido”, cuando son personas cabales y educadas… Pero llega un momento en el que las personas, dejan de serlo cuando se sientan a la mesa: la cena pasa a ser casi una bacanal, donde el anciano y el pianista se dejan caer en los brazos de la gula y la bebida, añadido a todo ello la figura de Tamarinda, la criada enana, que en ese momento saluda casi como un bufón, todo hace que el encanto anterior, la humanidad, el buen gusto, desaparezcan, es entonces cuando esos objetos dejan de tener ese protagonismo, esa humanidad, ese alma de la que poco antes se les dotó, dejan de serlo con la imagen del anciano “agarrando al botellón por el pescuezo para doblegarlo y hacerle que escancie el vino”, se personifica al objeto, pero se embrutece al anciano.

Hay, también una presencia si no premonitoria, sí algo inquietante como es la “figura” de la araña, probablemente el artrópodo con presencia más intensa en el conjunto de creencias humanas primitivas. A lo largo de cinco continentes y de 5.000 años, la araña ha sido vinculada a importantes divinidades en las que residen al mismo tiempo tanto poderes creadores como destructores. La araña ha sido símbolo de vida (creación, fertilidad y sexo) por su capacidad para la construcción de telas a partir de sí misma, pero también de muerte (guerra y destrucción) por su capacidad predadora y la toxicidad de su veneno. Esta ambivalencia, puede rastrearse en antiguos mitos mediterráneos, pero también en el continente africano, en las culturas mesoamericanas y entre las tribus de nativos norteamericanos o en las islas del Pacífico. Indudablemente no aparece en el relato porque sí, sino que es un aviso de lo que sucederá: la hija está con el pianista en el dormitorio de éste, consecuencia: suicidio del balcón.

Hay cantidad de figuras retóricas: personificaciones (las más utilizadas), comparaciones, metáforas, hipérboles, oxímoron, catacresis…

El relato me gustó, es una historia que se lee bien, de la que se puede sacar mucho más de lo que por sí misma ofrece, es más, al menos así lo he sentido: me hubiera gustado saber más cosas de todos ellos.

Juana Castillo Escobar ®



 FELISBERTO HERNÁNDEZ, bio bibliografía, ver en el siguiente enlace:

 https://es.wikipedia.org/wiki/Felisberto_Hern%C3%A1ndez








miércoles, 14 de septiembre de 2022

LA CAPA - Dino Buzzati

Título: Los siete mensajeros y otros relatos

Autor : Dino Buzzati

Traducido por Javier Setó

Editor Alianza Editorial

ISBN 8411485102, 9788411485104

N.º de páginas - 248 páginas


Comentario del relato “LA CAPA” que aparece en esta obra 

 


Según sostiene el refrán castellano, “Una buena Capa, todo lo Tapa” … y, en este relato de Buzzati, la capa, puede decirse que es el “personaje” principal, es una personalización que recuerda a los brazos y abrazos de una madre que dan calor, protegen y guardan los secretos del hijo.

Antes de comenzar comentándolo quiero hacer una comparativa entre “La Capa” y “Bernardino”:

- en, “La capa”, la figura de la madre se agranda por momentos, es ella quien nos lleva de la mano, a través de sus preguntas, cada vez más asfixiantes, más dolorosas y, casi claustrofóbicas, a un final que todos intuimos desde el comienzo de la historia mientras que

- en, “Bernardino”, no existe la figura materna; está totalmente obviada: no hay madre que acompañe a Bernardino (de haber existido, quizás, el niño hubiera tenido otra conducta); no hay madre en la casa del capataz de la mina, hubiera sido, sin duda, una mujer maltratada, pero, ante ese maltrato, es de suponer que el hijo (Mariano Alborada) hubiera sido educado de otro modo.

 

Y regreso a “La capa”. Se trata de una historia narrada en tercera persona, historia en la que el diálogo es más importante que la descripción de lugares, sentimientos o personajes porque todo ello, prácticamente, nos lo anticipa la madre con sus preguntas. Una mujer alegre en principio, cuando tiene al hijo (Giovanni) de nuevo en casa después de dos años en la guerra; una alegría que se apaga poco a poco según se va fijando en él: sí, está muy guapo, muy cambiado, hecho un hombre, pero… muy pálido, inapetente, evasivo, triste, casi sin aliento, sin ilusión por ver a su novia, por “jugar” con sus hermanos, por disfrutar de una habitación en la que todo, muebles, cortinas, paredes, son nuevas...

En esta historia hay otro puntal que la sostiene (además de la capa, la madre y Giovanni), se trata de ese extraño compañero de viaje que el joven soldado se encontró por el camino; alguien que lo aguarda pacientemente, que le ha permitido llegar hasta su casa para despedirse de los suyos, algo que Giovanni es incapaz de hacer; no tiene fuerza, además, sabe del dolor que le causará a su madre y el dolor que siente él mismo ante esa despedida, un dolor que le impide hablar, que le hace una bola en la garganta porque sabe que se trata de una despedida que es para siempre porque quien le aguarda es, la muerte, algo que la madre intuye prácticamente desde el comienzo de la historia pero que, una indiscreción de Pietro, uno de los hermanos pequeños de Giovanni, al levantarle el faldón de la capa para ver cómo iba vestido su hermano, deja al descubierto una mancha de sangre entonces la madre… Comprendió la historia de la capa, la tristeza del hijo y sobre todo quién era el misterioso individuo que paseaba arriba y abajo por el camino esperando, quién era aquel siniestro personaje tan paciente. Tan misericordioso y paciente como para acompañar a Giovanni a su vieja casa (antes de llevárselo para siempre), a fin de que pudiera saludar a su madre; de esperar tantos minutos detrás del cancel, de pie, en medio del polvo, él, señor del mundo, como un pordiosero hambriento.

 

Para terminar, quiero añadir una reflexión mía: “Todos tememos a la muerte, porque sabemos que a todos nos vendrá a buscar antes o después, pero, creo que ese temor viene dado por la incógnita de ¿cómo será?, ¿cuándo será?, ¿sufriremos?, ¿hay algo más allá? Si nos ponemos a pensar, la muerte siempre aparece como la mala de esta película que es la vida… ¿seguro que es la mala? ¿no lo es la vida? No pedimos venir a ella, unos tienen o tenemos suerte de llegar a un lugar más o menos bueno, podemos sentirnos satisfechos de ella, pero hay otros, demasiados, que han nacido en lugares del mundo donde la pobreza, la enfermedad, el miedo y/o las guerras, les hacen preferir estar muertos. De ahí mi pregunta: ¿Quién es la mala, la madrastra de la historia? ¿la vida que, después de unos años de “disfrutarla” nos enferma, nos abandona? O, ¿la muerte?, que espera, como dice Buzzati, “paciente. Tan misericordioso y paciente…” durante el tiempo que la vida nos conceda hasta abandonarnos en brazos de la Parca”.

 Miércoles, 14 de septiembre de 2022


Nota.- La biografía del autor se puede encontrar entre los autores italianos, o pulsando su nombre en el lateral donde aparecen las "Etiquetas" del blog- 








Este comentario también se puede escuchar en YouTube en el siguiente enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=PDBMt1xm2m4&list=PLS-ixCIXtdQJxDVSymjXzKza3qtDlpRjz&index=11




domingo, 29 de mayo de 2022

¿Te acuerdas, Candela?, Alicia Lakatos Alonso


 Título: ¿Te acuerdas, candela?

Autora: Alicia Lakatos Alonso

Género: Novela

Colección Rúbrica

1ª edición marzo 2021

339 páginas

  

Una vez más tuve el placer de recibir de manos de la editorial, y por expreso deseo de la autora, Alicia Lakatos Alonso, su nueva novela: ¿Te acuerdas, Candela? En esta ocasión me demoré demasiado en la lectura y en la confección de este comentario, por motivos que no vienen al caso, que no tienen nada que ver con la autora y menos aún con su novela, sino que viví una serie de sucesos personales que me mantuvieron alejada del libro, y del compromiso al que yo misma me comprometí (perdón por la redundancia), de manera voluntaria, a comentar la nueva novela de Lakatos.

 

Continúo con el texto. Tras una lectura minuciosa, como suelo hacer siempre, paso a exponer lo que, en esta ocasión, Alicia me hizo sentir al zambullirme en ese gran mundo que vibra, que burbujea en sus trescientas treinta y nueve páginas. Unas páginas llenas de vida y que atrapan al lector como la tela de la araña al mosquito.

 

Se trata de una novela, diría que costumbrista, narrada por un narrador omnisciente, de lectura rápida, limpia, animada, con una gran pericia en los diálogos: largos, entretenidos… Son diálogos que dibujan a los personajes, incluso más que en las descripciones de estos porque, en su forma de “hablar”, de “pensar”, el lector llega a conocerlos e, incluso, a reconocerse en alguno de ellos.

 

Ambientada en dos entornos muy dispares: Europa y África y, puntualizando aún más, Zamora y una aldea perdida de Zambia. Dos lugares pequeños, en los que todos (o casi todos los vecinos) se conocen y se ayudan.

 

En cuanto a los personajes… son muchos, muy variados, y, salvo los “extras”, todos son de gran importancia en la narración. Digamos que la protagonista se llama Inés Tobal Cabañas, es monja, vive en Zambia y, a causa de una enfermedad, está hospitalizada en Zamora… ahí vive Pepe, anciano de 87 años, viudo de Candela, padre de Inés y cinco hijas más, junto con su cuñado Andrés de 88 años y un amigo de ambos, Gonzalo (unos pocos meses menor que sus amigos al que, ellos, le llaman “muchacho” de manera cariñosa).

Las hermanas de Inés, e hijas de Pepe, son: Martina, Beatriz, Soledad, Claudia y Azucena.

Algunos personajes de Zambia: María, niña a la que Inés adora, sus padres: Nayah y Naim, hermano mayor: Kouma; Dembe, enfermero de Senegal; doctor Fabio Loyola; Thosinga, joven médico camerunés; Sara, joven enfermera africana…

 

Al hablar de los personajes escribo: “Digamos que la protagonista se llama Inés Tobal Cabañas, pienso que “digo bien”, porque, es el primero que aparece en la novela, por la preocupación que su enfermedad mantiene alerta a la familia y porque es el primero en el contexto pero, al adentrarme en la lectura me fui dando cuenta de que no existe un protagonista único, sino que se trata de una novela coral en la que todos y cada uno de sus personajes tienen su parcela de protagonismo, su momento relevante en la historia y, que se amalgama, con el de otros personajes.

No sé si me explico, es como en la vida; por ejemplo: yo soy protagonista de mi vida, pero tengo una familia a mi alrededor… mi hija no vive mi vida, sino que es protagonista de la suya; lo mismo sucede con mi marido, mi hermana, cuñado, sobrina… y así podría llenar páginas y páginas de familiares. Pues, en la novela, ocurre lo mismo: Inés tiene su parcela de protagonismo, al igual que los personajes que cito (a los que considero de mayor relieve, importancia y porque tienen su propia historia que se entrelaza con alguno o el resto de los personajes).

 

Frases que me han gustado

Habla Inés de la aldea africana en la que vive en Zambia.

- En la página 67 escribe: “Allí, en esos lugares que parecen olvidados de la mano de Dios, no existen las envidias, las ambiciones, las competitividades o los odios. Allí todos son iguales y luchan por lo mismo. Posiblemente, en los lugares donde las necesidades son más crecientes, es donde existe una mayor solidaridad”.

 

- En la página 128: “La fe no hay que imponerla solo, intentar hacer partícipes a los demás de la felicidad que a uno le da el tenerla en su corazón”, este es el credo de Inés.

 

Mi opinión.- Es una novela hermosa, con un guiño a la actualidad más candente; en la que, sobre todo, se hace un canto a:

- la familia

- el amor

- el respeto por los ancianos

- la amistad

- la fraternidad

- la preocupación por “el otro”

- el tener presente a los que se “fueron”

En mi humilde opinión se trata de… Una obra digna de leerse.

 

 

Comentario del texto: Juana Castillo Escobar

Madrid, 29 de mayo de 2022 – 13,20 p.m.

 

LA AUTORA ESTARÁ EN LA FERIA DEL LIBRO DE MADRID