Lo empiezo a leer el
23-XI-2012
Acabado de leer el 19-XII-2012
Título:
RABIA
Autor:
Sergio BIZZIO
Editorial:
interIzona
Año: 2005
BIOBIBLIOGRAFÍA DEL AUTOR (la que aparece en la solapa del libro).- Sergio
Bizzio nació en Villa Ramallo, Buenos Aires. Es narrador, poeta,
dramaturgo, guionista y director de cine.
Publicó las novelas El divino
convertible (Catálogos, 1990), Infierno Albino (Sudamericana, 1992),
Son del África (FCE, México, 1993), Más allá del bien y lentamente
(Sudamericana, 1995), Planet (Sudamericana, 1998), En esa época
(Emecé, 2011), el libro de cuentos Chicos (Interzona, 2004), las obras
de teatro La China y El amor (Beatriz Viterbo, 1995, ambas en
coautoría con Daniel Guebel), Gravedad (Beatriz Viterbo, 1999, llevada
al cine por Fernando Spiner con el título Adiós querida luna), las
colecciones de poesía Gran salón con piano (Salido, 1980), Mínimo
figurado (Último Reino, 1990), Paraguay (Mickey Mickerano, 1995), El
abanico matamoscas (Belleza & Felicidad, 2002) y el ensayo en verso El
genio argentino (Eloísa Cartonera, 2005).
Es autor de varios guiones
cinematográficos. Dirigió el telefilme El disfraz (2004) y los
largometrajes Animalada (Premio de Guión del Instituto Nacional de Cine,
2000. Premio Mejor Película Extranjera en el Latin American Festival of New
York, 2002) y No fumar es un vicio como cualquier otro (2005).
En España Rabia obtuvo el
Premio Internacional de la Novela de la Diversidad (El Cobre, 2004; Debolsillo,
Mondadori, 2005).
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MI RESUMEN-OPINIÓN DE LA OBRA
Historia de
un amor extraño, raro desde el comienzo entre una joven, Rosa (veinticinco años) y José María a quien le gusta que le llamen María (quince años mayor que
ella: cuarenta).
Ella trabaja como mucama en una casa (la de los Blinder)
bien; bien en apariencia.
Él, en una obra como albañil.
José-María siente que Rosa es su
último amor, se aferra a ella como a un salvavidas. Es celoso, no permite que
nadie la mire, que nadie opine, que digan nada de ella, ni de él. Es violento,
de una violencia contenida pero que llega a matar sin problema ni cargo de
conciencia. Después de asesinar al capataz de la obra por un enfrentamiento
entre ambos, se esconde en la buhardilla de la casa en la que vive Rosa. Allí
se enclaustra. Debería decir que se encarcela por años… No sale si no es para
vengarse de otras dos personas, dos hombres que persiguen a Rosa, de uno
incluso se queda embarazada.
José María se convierte en una suerte
de fantasma del hogar por el que deambula de noche para abastecerse de comida,
para espiar a los demás habitantes del edificio, sobre todo a Rosa…, a quien
llama, de vez en cuando, desde un teléfono que se encuentra dentro de la misma casa.
Y, cuando no puede hablar con ella, dialoga con una rata que le visita de tanto
en tanto en la buhardilla (mansarda).
Cuando Rosa da a luz y el niño se
mueve de manera autónoma, José María habla con el bebé, incluso le enseña a
llamarle “mamá” (de María).
A pesar de llevar una vida tranquila,
la rabia lo come por dentro y, al final, su amiga la rata, lo muerde y le
traspasa esa rabia que lo lleva a la muerte.
Deja un sabor agridulce esta novela
en la que el diálogo tiene una gran importancia (lo que le hacer ser una novela muy ágil), así como el entorno que llega
a ser asfixiante o helador, depende de la época del año; lo que sí se puede
asegurar es que es claustrofóbico: es peor que una prisión.
No obstante me ha gustado mucho, el
autor es ligero, usa un castellano-argentino envidiable, tanto que a veces es preciso echar mano del diccionario. Recomiendo su lectura.
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FRASES QUE ME HAN GUSTADO
[…] A medida
que avanzaba su noviazgo con Rosa, su “actitud” le granjeó una larga serie de
enemigos en el barrio, algunos inconsistentes y ocasionales, pero otros muy
bien consolidados. […]
[…] - Es que
leer da más trabajo que mirar televisión –le decía ella.
- ¿Por qué?
Si para leer lo único que tenés que hacer es estar sentado o acostado, igual
que cuando mirás TV.- Pero tenés que usar la cabeza. […]
[…] En el
fondo no sentía ninguna ansiedad por la ocupación del tiempo, estaba fuera del
sistema productivo, le gustaba no hacer nada. No tenía obligaciones para con
nadie, no debí cumplir órdenes ni preocuparse más que por no ser descubierto.
[…] Esa
noche, ya limpio, sin hambre, se dio cuenta de que también tenía tiempo para
pensar. Y lo primero que pensó es que nunca había pensado […]
[…] Tengo
siempre presente algo que decía Epícteto […] Epícteto –siguió diciendo Rita
Blinder- decía que cuando Dios ya no es capaz de proveernos de fe, de amor o de
la que sea, es porque está dando la señal de retirada. Acaba de abrir la puerta
y te dice “Ven”. “¿A dónde?”. “A nada tremendo; tan sólo allí de dode viniste,
a cosas amigas y afines a ti, a los elementos”.
[…] Ésa era
para él la diferencia esencial entre el hombre y la mujer. La mujer cuenta lo
que va a hacer y espera que otro lo haga […]
[…] Hablar es
un problema si uno tiene algo que decir. Pero tenerlo todo sin haber dicho nada
es magia, y hay que ser mago para disfrutar de la función.
Decir mucho
con una sola frase:
Entró a uno
de los baños de la planta baja. Estaba desnudo, así que fue directamente a
sentarse en el inodoro. Se quedó allí con la actitud aburrida de quien espera a
alguien para redondear un trámite, pero después de unos minutos estiró una
pierna, empujó la puerta con un pie, entrecerrándola, y empezó a hacer
fuerza […] (Tras esto hay un enfrentamiento entre el matrimonio dueño de
la casa y del aseo, los Blinder, por saber quién fue el que utilizó el wc y
dejó sucio de excrementos el inodoro)
Las paredes
estaban literalmente heladas. El metal de las persianas, en cambio, se había
pasado al otro lado: estaba tan frío que ardía. A veces, por la mañana, pero
más que nada en la noche, el viento sonaba como un ser rabioso, metiendo sus
cuchillas afiladas por resquicios en los que el aire –su hermano- hubiera sido
incapaz de entrar.
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