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Título:
"El clérigo incestuoso"
Autora:
Margarita de Navarra
Género:
Relato breve
Este relato breve, de apenas dos páginas, a pesar de tratarse de un texto que está a caballo entre el siglo XV y el XVI utiliza un lenguaje bastante actual y, por supuesto, comprensible en nuestros días. Utiliza pocas figuras retóricas, al menos el traductor sólo ha conservado una comparación: “De modo que su vida era tan estimada por el pueblo que todos la iban a ver como si se tratara de un milagro, y se sentían muy felices pudiendo tocarle la ropa”.
También sorprende la actualidad del tema y la manera de
tratarlo la escritora: es como si nos estuviera poniendo ante los ojos un
suceso verídico y de, insisto, una apabullante actualidad. Puede decirse que se
trata, más que de un relato, de una crónica, de un artículo casi periodístico
con un estilo narrativo que lo acerca al cuento, a la fábula moral.
Utiliza un narrador en tercera persona que relata la
historia de un clérigo muy piadoso y de su hermana (ambos me recuerdan al
clérigo llamado Rústico, y a la joven Alibech,
protagonistas de la obra de Boccaccio “Meter el diablo en el infierno”, que
es una de las que forman parte del Decamerón) y del embarazo milagroso
de ella. En este caso ni el clérigo ni la hermana tienen nombre. Se les cita
como “el cura”, “el clérigo”, “el hermano”, “la hermana”, “Ella”, “una
muchacha”...
Tal vez
Margarita de Navarra oculta sus identidades de forma predeterminada porque,
como digo más arriba, quizá se tratara de un hecho real, por tanto la autora
los presenta como seres anónimos para que ambos protagonistas no sean descubiertos
y sus nombres traídos y llevados por las malas lenguas. Puede ser que la autora
considerara que bastante tienen con el castigo que se les impone a su pecado
como para echar más leña al fuego. Este narrador que, al comenzar el texto,
dice: “El conde Carlos de Angulema, padre del rey Francisco, primero de este
nombre, príncipe fiel y temeroso de Dios, estaba en Cognac cuando alguien
le contó que en una aldea cercana, llamada Chevres, vivía una
muchacha…”. Utiliza la técnica del cuento de hadas en el que el narrador
se desenvuelve a la hora de contar con
frases como “érase una vez”, “en un lejano lugar”, “según cuentan las
ancianas”… Pero, más adelante, el informador hace un “guiño” al lector,
es como si se diera la vuelta para recordarnos: “…tanto creció el rumor que las
noticias (como os dije) llegaron a oídos del Conde,”. Con ese “(como
os dije)”, hace cómplice al lector, le involucra en la historia, casi
parece estar señalándole con un dedo, como si los lectores también estuviéramos
llamados a tomar parte, a tener voz y voto en tan grave suceso. Es como ni
necesitara un mayor asentimiento a todo lo acaecido, como si no estuviera
segura de la moraleja de la historia, ni de la manera de hacer justicia,
tampoco de la relación entre los hermanos (aun a pesar del título de la obra).
Texto corto
cuya protagonista es “la muchacha” y en el que pululan muchos personajes,
algunos históricos como: “El conde Carlos de Angulema”, “el rey Francisco,
primero”; las figuras sagradas de: “Jesús, la virgen María, el Espíritu Santo”;
ese “alguien que cuenta”; “el cura”, “un oidor”, “el limosnero”, “el hijo” y
luego una serie de personajes que son los encargados de dar sensación de
cantidad como: “todo el mundo”, “el pueblo”, “los feligreses”, “los asistentes
a la misa” “estos señores”…
Me ha gustado
el ritmo de la historia, es como si se fuera precipitando hacia el final, un
final, para mi gusto, excesivo. Indudablemente, se trata de un fin en el que se
percibe la advertencia moral de lo que no debe de hacerse y el castigo tan,
para mi gusto, desproporcionado que conlleva el ir contra el orden establecido.
Considero que matar a la muchacha y dejar al niño huérfano es demasiado cruel.
Lo que me lleva a pensar: ¿no se trataría del hijo bastardo de un noble? Noble
que, por supuesto, supo del embarazo de la joven y dejó a esta al cuidado del
hermano (práctica muy habitual hasta fechas recientes: joven embarazada fuera
del matrimonio, enviada a un convento a dar a luz y, después de unos meses,
regresa a casa como si hubiera estado de “vacaciones” y, por supuesto, sin
bebé). Y, por supuesto también, al tratarse de un noble les obliga a decir lo
que declaran ambos hermanos para auto-inculparse. Este párrafo es el que me
hace “sospechar”:
“El oidor
y el limosnero se fueron muy confusos, creyendo que con tales juramentos no
podía haber lugar a engaño, y dieron cuenta al Conde, queriendo persuadirlo
para que creyera lo mismo que ellos. Pero éste, que era muy sabio, tras
pensarlo bien, les hizo repetir de nuevo las palabras del juramento, y
habiéndolas sopesado bien, les respondió:
- Os ha
dicho que nunca la tocó otro hombre que no fuera su hermano, y yo
pienso que en verdad ha sido su hermano quien le ha hecho el hijo y quiere
encubrir su maldad con este gran fraude; y nosotros, que creemos que
Jesucristo ya ha venido, no debemos esperar otro. Así que id allá y
poned al cura en prisión; estoy seguro de que confesará la verdad.” ¿Qué verdad? ¿Una impuesta o decir lo que sucede en la
realidad? ¿Cómo le hicieron confesar? ¿Por qué considera que el hijo que está
en camino será un nuevo Jesucristo y no desea otro?...
Lo cierto
es que se trata de un relato que puede tener muchas lecturas, como todos, y
variadas interpretaciones o, por el contrario, quedarnos con la anécdota sin
más y no cuestionarnos algunas de sus frases que parecen (a mi modo de ver)
esconder datos de verdadero interés pero que no se profundiza en ellos bien por
desconocimiento del narrador que, al tratarse de alguien que cuenta algo que le
contaron, no puede ser más explícito, bien por el interés de los personajes de
la historia, como dije, actuales en aquel momento y con una reputación y unos apellidos que ocultar.
Biobibliografía.- Margarita de Angulema, llamada también Margarita de Francia, Margarita de Navarra o Margarita de Orleans (Angulema, Francia, 11 de abril de 1492 - Odos, Altos Pirineos, 21 de diciembre de 1549), fue una noble francesa, princesa de la primera rama de Orleans de la dinastía de los capetos, duquesa consorte de Alençon (1509-1525) y reina consorte de Navarra (1527-1549).
Vida.- A los dos años
Margarita y su familia se trasladan de Angulema a Cognac,1 donde nacieron su
hermano, el futuro rey de Francia Francisco I y la propia Margarita. Gracias a
su madre, Margarita aprendió latín y griego.
Biobibliografía.- Margarita de Angulema, llamada también Margarita de Francia, Margarita de Navarra o Margarita de Orleans (Angulema, Francia, 11 de abril de 1492 - Odos, Altos Pirineos, 21 de diciembre de 1549), fue una noble francesa, princesa de la primera rama de Orleans de la dinastía de los capetos, duquesa consorte de Alençon (1509-1525) y reina consorte de Navarra (1527-1549).
Orígenes familiares.- Hija
de Carlos de Orleans (1459-1496), conde de Angulema y de Luisa de Saboya.
Carlos de Orleans era descendiente directo de Carlos V de Francia y
pretendiente a la corona francesa tras la muerte sin descendencia de Carlos
VIII de Francia.

Hacía seis años que su
padre había fallecido cuando su madre intentó casarla a los diez años de edad
con el príncipe de Gales Enrique VIII de Inglaterra, pero el enlace fue
rechazado. Posteriormente estuvo prometida a Gastón de Foix, sobrino de Luis XI
de Francia, del cual estaba enamorada, pero este falleció antes de la boda en
la batalla de Rávena.
Fue una mujer muy
influyente en su época, especialmente a partir de 1515 cuando su hermano fue
coronado rey de Francia, desempeñando un importante papel político. Asimismo
fue una mujer muy avanzada en su tiempo, ya que se atrevió a escribir y
publicar poesías. Fue apreciada por su carácter abierto, su cultura y por haber
hecho de su corte un brillante centro del humanismo. Acogió con agrado los
inicios de la Reforma difundiendo el evangelismo y el platonismo.
Matrimonio y descendencia.-
El 3 de diciembre de 1509 se casa, en primeras nupcias, con el duque de Alençon
Carlos IV, con el que no tuvo hijos. Tras enviudar en 1525, el 24 de enero de
1527 se casa con Enrique II de Albret, rey de Navarra, de esta unión nacieron:
Juana III de Navarra
(1528-1572), llamada Juana de Albret, reina de Navarra.
Juan de Navarra (1530),
murió muy joven.
Margarita de Angulema
falleció el 21 de diciembre de 1549 en el castillo de Odos.
Su obra literaria.-Pierre
Boaistuau es el primer editor de sus novelas.
Diálogo en forma de
visión nocturna (1525).1
Un poema: Espejo del alma
pecadora (1531) atacado por la Sorbona tras su reedición en 1533, necesitó la
intervención de Francisco I.1 El libro está plagado de ideas evangélicas que
hacen de la fe y de la caridad principio de la salud. A esta obra le siguieron
numerosos poemas basados en los cantos espirituales de los que Margarita
utilizaba la estructura poética de canciones profanas sustituyéndola por textos
religiosos.
Las Margaritas de la
Margarita de las princesas (1547), una recopilación de textos.
En 1542, Margarita
escribe el Heptamerón, a semejanza del Decamerón de Boccaccio, que ya se
conocía desde 1414. Pero no puede acabarlo, ya que la muerte le sobreviene
antes de terminar la obra. El Heptámeron recoge 72 relatos que se desarrollan
durante siete días. Como en la obra de Boccaccio, los relatos se inscriben en
una historia cerrada. Diez viajeros se reúnen en una abadía, donde una tremenda
tempestad les deja incomunicados. A fin de entretenerse, cada uno de ellos
cuenta una historia, bien real, bien inventada, dando lugar con ello a un ameno
diálogo suscitado por los comentarios de los oyentes.
Influencia.- Simone de
Beauvoir se refiere a ella en su obra El segundo sexo con estas palabras: «Pero
la escritora que mejor sirvió a la causa de su sexo fue Margarita de Navarra,
que propuso contra la licencia de las costumbres un ideal de misticismo
sentimental y de castidad sin mojigatería, tratando de conciliar amor y
matrimonio para honor y dicha de las mujeres».
Bibliografía:
Anderson Magalhães, Le
Comédies bibliques di Margherita di Navarra, tra evangelismo e mistero
medievale, in La mujer: de los bastidores al proscenio en el teatro del siglo
XVI, ed. de I. Romera Pintor y J. L. Sirera, Valencia, Publicacions de la
Universitat de València, 2011, pp. 171-201.
Anderson Magalhães,
«Trouver une eaue vive et saine»: la cura del corpo e dell’anima nell’opera di
Margherita di Navarra, in Le salut par les eaux et par les herbes: medicina e
letteratura tra Italia e Francia nel Cinquecento e nel Seicento, a cura di R.
Gorris Camos, Verona, Cierre Edizioni, 2012, pp. 227-26