¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS A TODOS!!

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miércoles, 5 de octubre de 2016

Celia y sus amigos, Elena Fortún




Título: "Celia y sus amigos"
Autora: Elena Fortún (Encarnación Aragoneses)
Género: Novela infantil
Editorial: Alianza editorial (libro de bolsillo)
Tercera edición 2016
Dibujos de Gori Muñoz
Nº de páginas: 234
ISBN: 978-84-9104-312-6

Empezado a leer el 10-VII-2016
Acabado de leer el 21-VII-2016


Novela que narra la historia de una niña de siete años, Celia, perteneciente a la alta burguesía madrileña, a la que tachan de “rebelde”. En su momento, fue la lectura infantil predilecta de las niñas de esa edad y de las que fueron creciendo al mismo compás que el personaje.

La obra tiene, a mi modo de ver, dos lecturas:

- una, bajo el punto de vista infantil;
- otra, bajo un punto de vista adulto.

¿Por qué hago estas distinciones? Porque, con sinceridad, la novela tiene –como casi todas-, dos lecturas: en este caso una, la del mundo infantil y, otra, como digo más arriba, la del mundo adulto. Leerla ahora, a mi edad, hace que vea “las triquiñuelas” de los adultos es por ello que hay que regresar a la edad del “ya tienes uso de razón”, a los siete años de Celia para entenderla y admirarla.
Celia es una niña juguetona, inteligente, la tachan de rebelde cuando, su único pecado es ser eso: una niña con una imaginación desbordante, que sorprende, que puede ver un barco en una caja de madera y navegar en él por un estanque y sentirse un capitán pirata acompañado por sus amigos bucaneros... Una mocita que no para quieta, alegre, curiosa como, me temo, que todos lo fuimos. Como deberíamos de seguir siendo: unos niños grandes que no han perdido ni su ilusión, ni su bondad y, menos aún, su amor por todos los que nos rodean hagan lo que hagan y piensen lo que piensen porque –en esa bondad que no debimos perder- está la base del entendimiento y del amor.
La otra cara de la lectura me lleva al mundo adulto, sobre todo al de la madre. Hay que tener en cuenta que “Celia y sus amigos” apareció en el año 1935, seguro que la autora la escribió uno o dos años antes y, además, que Elena Fortún nació en el año 1885, es decir, en las postrimerías del siglo XIX. ¿Qué quiero decir con esto? Simplemente que la educación decimonónica de “Elena” se deja entrever en ese mundo adulto que rodea a Celia aunque la escritora no pensara de ese modo e, incluso, me atrevo a aventurar que la sociedad que describe en torno a la niña, muy real, es una sociedad a la que ni quiere ni le parece digna de pertenecer por trasnochada.
Bajo el punto de vista adulto, Encarnación Aragoneses / Elena Fortún, representa la figura de una madre típica del siglo XIX: Celia le produce jaqueca con sus preguntas, con su movimiento constante, con sus invenciones… De ahí que acabe en un colegio interna donde, los mismos adultos –sus educadoras- tratan de infundirle miedo inventando personajes malignos que la raptarán e, incluso, llegan al absurdo de enmascararse con capas y falsos dientes (de ajo), o gran estatura (zancos). Pero Celia no es tonta, tampoco cobarde y descubre todas las trampas; no queda otra que sacarla del colegio y que regrese a la casa durante las vacaciones en las que disfrutará, para disgusto de su madre, de nuevas aventuras junto a sus amigos y hermanito.
Celia trata de quitarse de encima lo encorsetado de la sociedad que la rodea porque, al fin, es una niña cuyo único deseo es vivir la magia de la infancia.


En cuanto al estilo de la autora es ágil, directo, utiliza mucho el diálogo, no se pierde demasiado en las descripciones y, cuando las hay, son breves, concisas pero de gran precisión. ¡Vale la pena hacerse niño de nuevo y leer a esta autora y, sobre todo, disfrutar con “Celia y sus amigos”!



Biografía.- Encarnación Aragoneses de Urquijo (más conocida por su pseudónimo literario Elena Fortún) nació en Madrid en 1886 donde falleció el 8 de mayo de 1952. Era hija de de Manuela de Urquijo y Ribacova, de la nobleza vasca y de Leocadio Aragoneses y Esteban, alabardero de la Guardia Real. Pasaba los veranos en la villa segoviana de Abades, en casa de su abuelo paterno, don Isidro Aragoneses, fallecido en 1892. Estudió Filosofía y Letras en Madrid. Se casó en 1908 con Eusebio de Gorbea y Lemmi, militar republicano y también escritor, que tuvo que exiliarse tras la Guerra Civil y se suicidó en Buenos Aires el 16 de diciembre de 1948. Tuvieron dos hijos; el pequeño de ellos, Bolín, murió en 1920. Vivió sobre todo en Madrid, pero también residió en las islas Canarias, San Roque, Zaragoza, Barcelona, Valencia, Francia y Argentina.

Trayectoria literaria.- Empezó a escribir para la infancia en 1928, en la revista Blanco y Negro, resucitando la sección de Gente menuda, ya con el seudónimo de Elena Fortún. El 24 de junio de 1928 las historias de la niña madrileña Celia Gálvez de Montalbán, que cuestionaba el mundo de los adultos, cuajaron entre los lectores infantiles de manera tal que la editorial Aguilar se interesó por la obra. Así fueron viendo la luz títulos tan conocidos como Celia, lo que dice, Celia en el colegio, Celia y sus amigos, Celia novelista o Celia madrecita. El último, Celia en la revolución, permaneció inédito hasta hace poco, cuando se editó en 1987 por la editorial Aguilar; es un borrador de 1943. Trabajó en las revistas Blanco y Negro, Cosmópolis, Crónica y Semana, y en las infantiles Macaco, El Perro, el Ratón y el Gato y otras de España y América.

Creó celebérrimos personajes como Celia, el más popular, protagonista de una larga serie de novelas; Cuchifritín y Matonkiki, también protagonistas respectivos de ciclos novelísticos, y otros como Mila, Roenueces, el Mago Pirulo, el Profesor Bismuto, Lita y Lito y La Madrina. Elena Fortún comprendía como nadie hasta el momento la psicología infantil y se granjeó la simpatía de la infancia, que se podían identificar fácilmente con sus personajes rebeldes y reconocibles en la calle. Sabe cómo ponerse a la altura de los niños y entra en su mente y en sus ilusiones; sabe qué decirles y cómo hablarles, porque Elena Fortún toma partido, definitivamente, por el bando infantil.

No se comprometió en partido u organización política alguna, pero Encarna Aragoneses siempre fue republicana. Sus narraciones extensas han relegado al olvido su narrativa corta, muy abundante y de gran calidad. La mayor parte de estas historias se publicaron en las páginas de las revistas ya mencionadas (Gente Menuda, Crónica...) y muchas de ellas fueron recogidas después en dos volúmenes titulados Los cuentos que Celia cuenta a las niñas (1951) y Los cuentos que Celia cuenta a los niños (1952). Pero gran parte de los otros no han vuelto a ver la luz y merecen una adecuada recuperación.

Su última novela, Celia en la revolución, que quedó inédita durante años, narra la vida del miedo y del hambre en la retaguardia durante la Guerra Civil española.

“Yo me había figurado las revoluciones con muchedumbres aullando por las calles. Aquí hay silencio, polvo, suciedad, calor y hombres que ocupan el tranvía con fusiles al hombro”.

En la narración, Celia vive con un padre republicano y un primo falangista y no sabe quién de los dos lleva razón. Termina sola, se le muere un hijo con diez años y el otro y su marido se suicidan. Así acaba la novela: "Todos, uno tras otro, han ido dejándome sola antes de que me fuera". Dejó varias obras inéditas, posteriormente publicadas, entre ellas dos con elementos autobiográficos acerca de su dualidad sexual, tituladas Oculto sendero, y El camino es nuestro, y sobre su relación con la escritora y grafóloga Matilde Ras, relación que terminó cuando se exilió con su marido, militar republicano.

Obras
Serie de Celia
Celia, lo que dice (1929), colección de historias cortas publicadas en la revista Blanco y Negro.
Celia en el colegio (1932), colección de historias cortas publicadas en la revista Blanco y Negro.
Celia novelista (1934), colección de historias cortas publicadas en la revista Blanco y Negro.
Celia en el mundo (1934), colección de historias cortas publicadas en la revista Blanco y Negro.
Celia y sus amigos (1935)
Cuchifritín, el hermano de Celia (1935), hermano de Celia
Cuchifritín y sus primos (1935), hermano de Celia
Cuchifritín en casa de su abuelo (1936), hermano de Celia
Cuchifritín y Paquito (1936), hermano de Celia
Las travesuras de Matonkikí (1936), prima de Celia
Matonkikí y sus hermanas (1936), prima de Celia
Celia madrecita (1939) y reeditado por Renacimiento (2015)
Celia institutriz en América (1944) y reeditado por Renacimiento (2015)
El cuaderno de Celia (1947)
La hermana de Celia (Mila y Piolín) (1949)y reeditado por Renacimiento (2015)
Mila, Piolín y el burro (1949)
Celia se casa (cuenta Mila) (1950)
Patita y Mila, estudiantes (1951)
Los cuentos que Celia cuenta a las niñas (1951), volumen recopilatorio de escritos breves publicados en revistas como Gente Menuda y Crónica.
Los cuentos que Celia cuenta a los niños (1952), volumen recopilatorio de escritos breves publicados en revistas como Gente Menuda y Crónica.
Celia en la revolución (1987), borrador, editado 35 años tras su muerte. Reeditado por Renacimiento (2016)

Otras obras:
Canciones infantiles (1934), volumen recopilatorio de cuentos.
El bazar de todas las cosas (1935), libro de manualidades en donde enseñaba a hacer casas de muñecas, flores, juguetes, disfraces y marionetas.
Teatro para niños (1942), doce comedias. Reeditado por Renacimiento (2003)
El arte de contar cuentos a los niños (1947) y reeditado por Renacimiento (2013)
El mago Corifitos y otros cuentos de Celia
Pues señor... Cómo debe contarse el cuento y cuentos para ser contados
El camino es nuestro (Fundación Banco Santander, 2015)
Oculto sendero (Renacimiento, 2016)







viernes, 23 de septiembre de 2016

El clérigo incestuoso, Margarita de Navarra

Costumbres Edad Media - Imagen de Internet

Título:
"El clérigo incestuoso"
Autora:
Margarita de Navarra
Género:
Relato breve



Este relato breve, de apenas dos páginas, a pesar de tratarse de un texto que está a caballo entre el siglo XV y el XVI utiliza un lenguaje bastante actual y, por supuesto, comprensible en nuestros días. Utiliza pocas figuras retóricas, al menos el traductor sólo ha conservado una comparación: “De modo que su vida era tan estimada por el pueblo que todos la iban a ver como si se tratara de un milagro, y se sentían muy felices pudiendo tocarle la ropa”.
También sorprende la actualidad del tema y la manera de tratarlo la escritora: es como si nos estuviera poniendo ante los ojos un suceso verídico y de, insisto, una apabullante actualidad. Puede decirse que se trata, más que de un relato, de una crónica, de un artículo casi periodístico con un estilo narrativo que lo acerca al cuento, a la fábula moral.
Utiliza un narrador en tercera persona que relata la historia de un clérigo muy piadoso y de su hermana (ambos me recuerdan al clérigo llamado Rústico, y a la joven Alibech, protagonistas de la obra de Boccaccio “Meter el diablo en el infierno”, que es una de las que forman parte del Decamerón) y del embarazo milagroso de ella. En este caso ni el clérigo ni la hermana tienen nombre. Se les cita como “el cura”, “el clérigo”, “el hermano”, “la hermana”, “Ella”, “una muchacha”...
Tal vez Margarita de Navarra oculta sus identidades de forma predeterminada porque, como digo más arriba, quizá se tratara de un hecho real, por tanto la autora los presenta como seres anónimos para que ambos protagonistas no sean descubiertos y sus nombres traídos y llevados por las malas lenguas. Puede ser que la autora considerara que bastante tienen con el castigo que se les impone a su pecado como para echar más leña al fuego. Este narrador que, al comenzar el texto, dice: “El conde Carlos de Angulema, padre del rey Francisco, primero de este nombre, príncipe fiel y temeroso de Dios, estaba en Cognac cuando alguien le contó que en una aldea cercana, llamada Chevres, vivía una muchacha…”. Utiliza la técnica del cuento de hadas en el que el narrador se  desenvuelve a la hora de contar con frases como “érase una vez”, “en un lejano lugar”, “según cuentan las ancianas”… Pero, más adelante, el informador hace un “guiño” al lector, es como si se diera la vuelta para recordarnos: “…tanto creció el rumor que las noticias (como os dije) llegaron a oídos del Conde,”. Con ese “(como os dije), hace cómplice al lector, le involucra en la historia, casi parece estar señalándole con un dedo, como si los lectores también estuviéramos llamados a tomar parte, a tener voz y voto en tan grave suceso. Es como ni necesitara un mayor asentimiento a todo lo acaecido, como si no estuviera segura de la moraleja de la historia, ni de la manera de hacer justicia, tampoco de la relación entre los hermanos (aun a pesar del título de la obra).

Texto corto cuya protagonista es “la muchacha” y en el que pululan muchos personajes, algunos históricos como: “El conde Carlos de Angulema”, “el rey Francisco, primero”; las figuras sagradas de: “Jesús, la virgen María, el Espíritu Santo”; ese “alguien que cuenta”; “el cura”, “un oidor”, “el limosnero”, “el hijo” y luego una serie de personajes que son los encargados de dar sensación de cantidad como: “todo el mundo”, “el pueblo”, “los feligreses”, “los asistentes a la misa” “estos señores”…
Me ha gustado el ritmo de la historia, es como si se fuera precipitando hacia el final, un final, para mi gusto, excesivo. Indudablemente, se trata de un fin en el que se percibe la advertencia moral de lo que no debe de hacerse y el castigo tan, para mi gusto, desproporcionado que conlleva el ir contra el orden establecido. Considero que matar a la muchacha y dejar al niño huérfano es demasiado cruel. Lo que me lleva a pensar: ¿no se trataría del hijo bastardo de un noble? Noble que, por supuesto, supo del embarazo de la joven y dejó a esta al cuidado del hermano (práctica muy habitual hasta fechas recientes: joven embarazada fuera del matrimonio, enviada a un convento a dar a luz y, después de unos meses, regresa a casa como si hubiera estado de “vacaciones” y, por supuesto, sin bebé). Y, por supuesto también, al tratarse de un noble les obliga a decir lo que declaran ambos hermanos para auto-inculparse. Este párrafo es el que me hace “sospechar”:
“El oidor y el limosnero se fueron muy confusos, creyendo que con tales juramentos no podía haber lugar a engaño, y dieron cuenta al Conde, queriendo persuadirlo para que creyera lo mismo que ellos. Pero éste, que era muy sabio, tras pensarlo bien, les hizo repetir de nuevo las palabras del juramento, y habiéndolas sopesado bien, les respondió:
- Os ha dicho que nunca la tocó otro hombre que no fuera su hermano, y yo pienso que en verdad ha sido su hermano quien le ha hecho el hijo y quiere encubrir su maldad con este gran fraude; y nosotros, que creemos que Jesucristo ya ha venido, no debemos esperar otro. Así que id allá y poned al cura en prisión; estoy seguro de que confesará la verdad.”  ¿Qué verdad? ¿Una impuesta o decir lo que sucede en la realidad? ¿Cómo le hicieron confesar? ¿Por qué considera que el hijo que está en camino será un nuevo Jesucristo y no desea otro?...


Lo cierto es que se trata de un relato que puede tener muchas lecturas, como todos, y variadas interpretaciones o, por el contrario, quedarnos con la anécdota sin más y no cuestionarnos algunas de sus frases que parecen (a mi modo de ver) esconder datos de verdadero interés pero que no se profundiza en ellos bien por desconocimiento del narrador que, al tratarse de alguien que cuenta algo que le contaron, no puede ser más explícito, bien por el interés de los personajes de la historia, como dije, actuales en aquel momento  y con una reputación y unos apellidos que ocultar.




Biobibliografía.- Margarita de Angulema, llamada también Margarita de Francia, Margarita de Navarra o Margarita de Orleans (Angulema, Francia, 11 de abril de 1492 - Odos, Altos Pirineos, 21 de diciembre de 1549), fue una noble francesa, princesa de la primera rama de Orleans de la dinastía de los capetos, duquesa consorte de Alençon (1509-1525) y reina consorte de Navarra (1527-1549).

Orígenes familiares.- Hija de Carlos de Orleans (1459-1496), conde de Angulema y de Luisa de Saboya. Carlos de Orleans era descendiente directo de Carlos V de Francia y pretendiente a la corona francesa tras la muerte sin descendencia de Carlos VIII de Francia.

Vida.- A los dos años Margarita y su familia se trasladan de Angulema a Cognac,1 donde nacieron su hermano, el futuro rey de Francia Francisco I y la propia Margarita. Gracias a su madre, Margarita aprendió latín y griego.
Hacía seis años que su padre había fallecido cuando su madre intentó casarla a los diez años de edad con el príncipe de Gales Enrique VIII de Inglaterra, pero el enlace fue rechazado. Posteriormente estuvo prometida a Gastón de Foix, sobrino de Luis XI de Francia, del cual estaba enamorada, pero este falleció antes de la boda en la batalla de Rávena.
Fue una mujer muy influyente en su época, especialmente a partir de 1515 cuando su hermano fue coronado rey de Francia, desempeñando un importante papel político. Asimismo fue una mujer muy avanzada en su tiempo, ya que se atrevió a escribir y publicar poesías. Fue apreciada por su carácter abierto, su cultura y por haber hecho de su corte un brillante centro del humanismo. Acogió con agrado los inicios de la Reforma difundiendo el evangelismo y el platonismo.

Matrimonio y descendencia.- El 3 de diciembre de 1509 se casa, en primeras nupcias, con el duque de Alençon Carlos IV, con el que no tuvo hijos. Tras enviudar en 1525, el 24 de enero de 1527 se casa con Enrique II de Albret, rey de Navarra, de esta unión nacieron:
Juana III de Navarra (1528-1572), llamada Juana de Albret, reina de Navarra.
Juan de Navarra (1530), murió muy joven.
Margarita de Angulema falleció el 21 de diciembre de 1549 en el castillo de Odos.

Su obra literaria.-Pierre Boaistuau es el primer editor de sus novelas.
Diálogo en forma de visión nocturna (1525).1
Un poema: Espejo del alma pecadora (1531) atacado por la Sorbona tras su reedición en 1533, necesitó la intervención de Francisco I.1 El libro está plagado de ideas evangélicas que hacen de la fe y de la caridad principio de la salud. A esta obra le siguieron numerosos poemas basados en los cantos espirituales de los que Margarita utilizaba la estructura poética de canciones profanas sustituyéndola por textos religiosos.
Las Margaritas de la Margarita de las princesas (1547), una recopilación de textos.
En 1542, Margarita escribe el Heptamerón, a semejanza del Decamerón de Boccaccio, que ya se conocía desde 1414. Pero no puede acabarlo, ya que la muerte le sobreviene antes de terminar la obra. El Heptámeron recoge 72 relatos que se desarrollan durante siete días. Como en la obra de Boccaccio, los relatos se inscriben en una historia cerrada. Diez viajeros se reúnen en una abadía, donde una tremenda tempestad les deja incomunicados. A fin de entretenerse, cada uno de ellos cuenta una historia, bien real, bien inventada, dando lugar con ello a un ameno diálogo suscitado por los comentarios de los oyentes.

Influencia.- Simone de Beauvoir se refiere a ella en su obra El segundo sexo con estas palabras: «Pero la escritora que mejor sirvió a la causa de su sexo fue Margarita de Navarra, que propuso contra la licencia de las costumbres un ideal de misticismo sentimental y de castidad sin mojigatería, tratando de conciliar amor y matrimonio para honor y dicha de las mujeres».

Bibliografía:
Anderson Magalhães, Le Comédies bibliques di Margherita di Navarra, tra evangelismo e mistero medievale, in La mujer: de los bastidores al proscenio en el teatro del siglo XVI, ed. de I. Romera Pintor y J. L. Sirera, Valencia, Publicacions de la Universitat de València, 2011, pp. 171-201.
Anderson Magalhães, «Trouver une eaue vive et saine»: la cura del corpo e dell’anima nell’opera di Margherita di Navarra, in Le salut par les eaux et par les herbes: medicina e letteratura tra Italia e Francia nel Cinquecento e nel Seicento, a cura di R. Gorris Camos, Verona, Cierre Edizioni, 2012, pp. 227-26



martes, 19 de julio de 2016

Cambiadores, Baldomero Lillo

Cambiador o guardagujas en la estación de Atocha-Madrid
Imagen obtenida en Internet





Título: Cambiadores

Autor: Baldomero Lillo

Género: Relato





Se trata de un relato corto de apenas cuatro páginas y escrito en primera persona, como si autor y narrador hubieran vivido aquellos hechos que se describen.
Dentro de lo real que pueda ser o parecer la historia, hay un “descarrilamiento fantástico” que también hace que la fábula lo parezca y el relato sea de los llamados realistas, porque el caso que se cuenta pudo ser real y, dentro de esa realidad, hay un hecho fantástico como es la repetición del mismo.
El autor, con un lenguaje preciso, bastante actual, narra la historia de los “Cambiadores” o “guardagujas”, esos hombres, esos empleados que tienen a su cargo el manejo de las agujas en los cambios de vía de los ferrocarriles, para que cada tren marche por la que le corresponde. Un trabajo de importancia y de mucha responsabilidad.
El protagonista es ese narrador, esa voz en primera persona que les cede, a su vez, el protagonismo a “los cambiadores” al convertirlos en el centro de su alocución.
Parece que en el texto hay pocos personajes pero, en una lectura tranquila, se ve que está plagado de individuos, casi todos extras, o personajes en segundo plano, pero muy variados:
- El protagonista-narrador y, para mí que, ese “escritorzuelo” que se menciona, es también el mismísimo narrador.
- Cambiadores-guardagujas.
- “La simpática amiga y compañera de viaje”, interlocutora del narrador a quien no se “ve”, porque no está descrita, pero sí se “escucha” ya que mantienen un breve diálogo. Esa “amiga de viaje”, a quien tilda de “simpática”, que bien puede tratarse de un juicio de valor al calificarla porque, en el fondo, ¿se conocen? Se da por supuesto que no, que es la primera vez que se ven y su conversación es un poco para romper el hielo y la monotonía del viaje. Además con esa forma de conceptuarla: “simpática amiga”, es como si hablara de una jovencita, casi niña, que no conoce ni siquiera qué son los cambiadores.
- El telegrafista, jefe de estación, maquinista o conductor de tren (todos nombrados de una manera casual e imprecisa).
- Los viajeros.
- Los “supuestos” hijos del cambiador.
- Algunos ancianos “que cuentan […]”
- Los últimos empleados de la línea férrea: palanqueros, aceiteros, o carrilanos.
- El cambiador, la mujer y los hijos (toma forma de familia). En un momento determinado el cambiador pasa a ser “padre” y la mujer toma consistencia de “esposa y madre” (Pág. 3).
- Los supuestos hijos del principio, “aseados y que van a la escuela”, pasan a ser niños haraposos y hambrientos.
- Un funcionario que parece el jefe de estación con el que habla el narrador al final y que da la nota “cómica”, mejor mordaz e hiperbólica por lo exagerada al hablar del cambiador que causó el choque de trenes.

En cuanto a las figuras retóricas nos encontramos con:

- Enumeración: “En el cuarto, una pocilga estrecha y sucia […]”. “[…] siendo palanqueros, aceitadores o carrilanos […]”. “[…] además de ser sordo, es tuerto de un ojo, zunco de un brazo, cojo de una pierna y está borracho como una cuba”.
- Oxímoron: “El marido y padre, con una rabia sorda […]”

- Metáfora: “…el guardagujas […] puede sembrar la muerte y la destrucción con la celeridad del rayo”. “Una trepidación sorda conmovió la casucha”.

- Comparaciones: “[…] el cambiador, asido a la barra del cambio, es como un artillero que oprime aún el disparador y observa la trayectoria del proyectil”. “[…] como un alud que se descuelga de la montaña”. “[…] se lanzó como un loco con las manos en los oídos”. “[…] el tremendo crujido del choque lo alcanzó cuando saltaba una zanja y con él los gritos y lamentos de los moribundos”. “Algo insólito me cortó la palabra y salí del asiento disparado como por una catapulta”.

- Hipérboles: “Ahora gana la delantera a los que lo persiguen, pero no se aflija usted porque pronto le darán alcance, pues además de ser sordo, es tuerto de un ojo, zunco de un brazo, cojo de una pierna y está borracho como una cuba”. (Esta frase, además mordaz e hiperbólica, es una enumeración de las “peculiaridades” de ese cambiador causante del choque).

- Personificación: “Cuando las ruedas del bogue de la locomotora muerden la aguja del desvío…”. “[…] en esos días tan tristes para los que ganan poco salario […]”. “[…] que le mordía el alma, […]”. “[…] la tristeza de su hogar […]”. “[…] los párpados pugnaban por caer sobre sus ojos soñolientos”. “[…] haciendo bailar sobre los rieles la enorme mole de la máquina […]”.

- Disfemismo: “No hay ejemplo de que un cambiador sea culpable de un accidente, como el que relata el escritorzuelo trasnochado, autor de ese libro”.

- Analepsis: “Fue a fines de mes […]”


Opinión personal.- Para mí se trata de un texto metafórico, con un doble sentido que comienza desde el mismo título. Según la Real Academia de la Lengua el vocablo “cambiador” tiene distintos significados:

cambiador, ra.
1. adj. Que cambia.
2. m. Manta pequeña, de tela o plástico, sobre la que se cambia el pañal a los bebés.
3. m. Chile y Méx. guardagujas. (1. com. Empleado que tiene a su cargo el manejo de las agujas en los cambios de vía de los ferrocarriles, para que cada tren marche por la vía que le corresponde.)
4. m. Chile. En las máquinas, pieza que sirve para mudar la cuerda o correa de la polea fija a la mudable y viceversa.
5. m. ant. cambista. cambista. 1. com. Persona que cambia (moneda).
2. m. banquero (jefe de una casa de banca).


En castellano un “cambiador” es alguien o algo “que cambia” (en el punto 5 se trata de “cambista o banquero”, que también podría estar enfocado por ese camino el título, ya que se da mucha importancia al salario del guardagujas quien, dependiendo de que sea digno o no, así será su vida: modesta pero intachable, o un infierno).
Indudablemente, a lo largo de la lectura, hay cambios de opinión por parte del narrador protagonista, y cambios de actitud de los “cambiadores”:
- Cambia de parecer el narrador quien, en un primer momento elogia el trabajo de “los cambiadores”, personas cabales, dignas, con un buen salario y una familia, aunque modesta, respetable. No beben ni pierden el tiempo en la taberna, en todo momento son responsables de sus actos [Pág. 2]. Existe una reflexión plena de entusiasmo por parte del narrador al hablar de los guardagujas. Es como si quien habla se hubiera dedicado a recibir una terapia en la que, de lo que se trató, fue de: o bien olvidar un hecho grave, el choque de trenes; o bien, no odiar a quien lo causó, de ahí esa manera de elogiarlo que parece casi aprendido de memoria.

Ha de saber usted -comencé, esforzando la voz para dominar el ruido del tren lanzado a todo vapor- que un guardagujas pertenece a un personal escogido y seleccionado escrupulosamente. Y es muy natural y lógico que así sea, pues la responsabilidad que afecta al telegrafista o jefe de estación, al conductor o maquinista del tren, es enorme, no es menor la que afecta a un guardagujas, con la diferencia de que si los primeros cometen un error puede éste, muchas veces, ser reparado a tiempo; mientras que una omisión, un descuido del cambiador es siempre fatal, irremediable. Un telegrafista puede enmendar el yerro de un telegrama, un jefe de estación dar contraorden a un mandato equivocado, y un maquinista que no ve una señal puede detener, si aún es tiempo, la marcha del tren y evitar un desastre, pero el cambiador, una vez ejecutada la falsa maniobra, no puede volver atrás.”

- Cambia de nuevo el discurso el narrador. En la página tres, y poniendo esa opinión en boca de otros dice de estos trabajadores: 

“-Voy a decirle a usted. Cambiadores ha habido siempre, pero, y por inverosímil que esto parezca, no se le daba antes al oficio la importancia que merecía. Parece mentira, pero así lo aseguran algunos ancianos, de que los cambiadores se reclutaban en un tiempo entre los últimos empleados de la línea férrea. Eran casi siempre inválidos o lisiados que, siendo palanqueros, aceitadores o carrilanos, habían perdido un brazo o una pierna, gente buena si se quiere, pero que por su índole, condición, y la miserable paga que recibían, eran gran parte inhábiles para la delicada tarea que exige, antes de todo, conciencia del deber, serenidad y nervios tranquilos. […]”.

¿Será que se le ha agotado la paciencia o que, al ver próxima la estación de Tinguiririca se le avivan los recuerdos y a los que atrae es a los malos?

En cuanto al final del relato yo lo veo como algo obsesivo. Le doy dos explicaciones:
1.- Algo que, en realidad sucedió, y que vuelve a la mente del narrador de manera reiterada, quizá cada vez que viaja en tren y que, como colofón de su viaje, ve siempre ante sí la noticia horrible del desastre sucedido en Tinguiririca, escrito en los gruesos caracteres” del periódico “El Mercurio”.
2.- Quizás se trate de un hecho que, al igual que el mundo que gira y siempre llega al mismo punto, se repite de manera precisa cada cierto tiempo y que esta persona lo vive en una espiral sin fin.

¿Quién sabe cuál fue, en realidad, la intención del autor al terminarlo de esta forma? Se trata de un final casi “en corte de manga”. Que cada lector imagine lo que mejor le parezca o que se rompa la cabeza elucubrando qué quiso decir.

De todos modos, para mí, se trata de un relato interesante que se lee rápido pero al que hay que volver para exprimirle todo su jugo. Cuanto más se lee más cosas se encuentran que, en un vistazo anterior, pasaron desapercibidas.





Baldomero Lillo Figueroa (Lota, 6 de enero de 1867-San Bernardo, 10 de septiembre de 1923) fue un cuentista chileno, considerado el maestro del género del realismo social en su país. Fue hermano de Samuel Lillo, otro escritor chileno, ganador del Premio Nacional de Literatura en 1947.
Gracias a las experiencias acumuladas en las minas de carbón pudo escribir una de sus obras más famosas Subterra, que retrata la vida de los mineros de Lota, y en particular en la mina Chiflón del Diablo.

Entre sus lecturas se encontraban Benito Pérez Galdós, Pereda, Fiódor Dostoyevski, Tolstoi, Emile Zola, a quien admiraba profundamente y Guy de Maupassant, de este último destacaba su capacidad para unir en forma artística lo triste y lo jocoso, el don de la composición y el saber dar animación a sus historias.

Reconocimiento póstumo - Parte importante de su obra fue publicada después de su muerte.

Montes y Orlandi describen la literatura de Baldomero Lillo como representante del Realismo crítico:

Es un escritor naturalista, crítico. Pero su inclinación a la objetividad narrativa es interferida por los arranques de una imaginación exageradamente sensibilizada Los vuelos de su fantasía se agudizan a la quietud corporal a que lo obliga con frecuencia su débil contextura física. En sus críticas sociales, defensas emotivas más que discursivas de las clases populares,se complace en cuadros agobiadoramente dolorosos. Caricaturiza la realidad para patentizar las injusticias de los poderosos. Se ensaña contra la sensibilidad pública al destilar horror gota a gota. Sin embargo, no es detallista: se limita a acentuar los rasgos más sobresalientes de los paisajes o de las personas.
Montes y Orlandi, 1821

En el año 2003 el cineasta chileno Marcelo Ferrari realiza un importante esfuerzo para llevar al cine algunos de los cuentos de Subterra, dando a lugar a la película del mismo nombre, Subterra, obra que costó más de un millón de dólares y que fue filmada en las locaciones originales retratadas por el libro.

Obras Libros

1904 - Subterra
1907 - Sub sole'
1947 - Relatos Populares
1956 - El hallazgo y otros cuentos del mar
1964 - Pesquisa trágica

Traducciones
1959 - The Devils and Other Stories (Pan American Union, Washington D.C.)
2008 - A alma da máquina (Tradução de Gleiton Lentz. Desterro: Edições Nephelibata)

viernes, 1 de julio de 2016

Tiempo de arena, Inma Chacón


Título: Tiempo de arena
Autora: Inma Chacón
Género: novela
Editorial: Círculo de lectores
Año: 2011
Páginas: 430
Ilustración de la cubierta: “Muchacha de perfil”, 1880 de Aristide Maillol (Musée Hyacinthe Rigaud, Perpiñán, Francia).
Finalista “Premio Planeta, 2011”

Empezado a leer el: viernes 25-03-2016
Acabado de leer el: viernes 13-05-2016



Algunos de sus personajes:
- María Francisca o Xisca, 29 años, hija de Mariana, marquesa de Sotoñal
- Mariana Camp de la Cruz, marquesa de Sotoñal, madre de Xisca. En torno a los 50 años
- Munda Camp de la Cruz, segunda hermana de Mariana y tía de Xisca. Su nombre real es Esclaramunda.
- Alejandra Camp de la Cruz, hermana pequeña de Mariana y Munda. Una de las primeras mujeres en estudiar Derecho
- Don Francisco de Asís Camp de la Cruz, marqués de Sotoñal, padre de Mariana, Munda y Alejandra
- María, esposa de Francisco de Asís y madre de las Camp de la Cruz. De origen cubano
- Señorita Inés, amante de Francisco de Asís Camp de la Cruz (a la muerte de María)
- Jorge Sánchez Mas, joven valenciano que estudia derecho. Compañero de facultad de Alejandra y enamorado
- Jaime Sánchez Mas, joven valenciano, hermano del anterior, pretende a Xisca
- Don Ramón. Confesor de Mª Francisca, de unos 50 años. Confidente de Mariana
- Lula o Luciana, partera del Duranguesado
- Manuel, novio tagalo de Lula
- El falso emperador de la China o Zhuang o, españolizado el nombre: Juan Sánchez
- Sirvientas: Mani, esclava negra traída desde Cuba y que viaja con la señora dentro del coche; Shishipao, niñera de origen chino casada con el cochero, ella suele viajar con él en el pescante


Comentario personal.- Novela narrada en tercera persona, por un narrador omnisciente.
Puede decirse que no existe un personaje protagónico exclusivo, sino que en la obra son cuatro sus protagonistas, aunque casi debería decir tres.
El hilo conductor de la trama lo arrastra la figura de María Francisca o Xisca y la incógnita que plantea en el momento de morir: pide que “busquen a sus hijos”, unos hijos de los que sus tías desconocen su origen, gestación y, menos aún, su nacimiento.
En torno a Xisca se mueven las vidas de las tres hermanas Camp de la Cruz: Mariana, madre de la fallecida y conocedora de todo lo acaecido con su hija; y sus tías: Munda y Alejandra. Vidas de las que, dan por supuesto, son ellas sus propias dueñas. De ahí los protagonismos: cada hermana vive su parcela de vida, con sus amistades que les son propias, sus gustos y ambiciones pero, en el fondo, a pesar de sus diferencias, son bastante parecidas al menos en el tesón (o testarudez) con el que todas ellas se empeñan en llevar su existencia de un modo lo más alejado posible del modo y manera de vivir de su hermana mayor.
Cuatro mujeres diferentes: la mayor, Mariana, anclada en costumbres y actitudes decimonónicas; Munda, excéntrica, libre pensadora, muy involucrada en los movimientos femeninos de los primeros años del siglo veinte y, Alejandra, a quien Munda rescata de las garras de la mayor y a quien ayuda en sus ansias de libertad: de amar, estudiar en la universidad, montar un bufete… Y, Xisca, “desaparece” nada más empezar la obra, pero siempre está ahí porque, como digo, es el hilo conductor de la historia; muere joven, totalmente ahogada por su madre, pero tiene también su genio y los arrestos suficientes para, a pesar de todo, enfrentarse a ella y su dominio tan tiránico.
Se puede decir que cada capítulo es como la pieza de un gran puzle en el que se narra la vida de cada una de estas mujeres, protagonistas de sus vidas con una serie de personajes que les son afines y afectos.


Resumen de la obra (contra portada).- En el lecho de muerte, María Francisca clama desesperadamente por sus hijos. La tensión es enorme: nadie de los presentes conocía que la joven hubiera tenido descendencia. Su madre niega sus palabras, pero sus tías no dejarán de preguntarse qué hay de verdad en ellas.


Biografía de la autora.- (Zafra, Badajos, 1954) es doctora en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid y profesora de Documentación en la Universidad Rey Juan Carlos. Ha sido decana de la facultad de Comunicación y Humanidades en la Universidad Europea. Fundó y dirigió la revista digital Binaria: Revista de Comunicación, Cultura y Tecnología.

La princesa india (2005) fu su primera incursión en el mundo de la narrativa, a la que siguieron Las filipinianas (2007) y Nick (2011), una novela juvenil donde se cuenta una historia de amor a través de la red. También ha publicado los poemarios Alas, Urdimbres y Antología de la herida.