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domingo, 20 de mayo de 2018

¡Bien venido a bordo!, Ana Caravaca


Título: ¡Bien venido a bordo!
Autora: Ana Caravaca
Género: Ensayo
Editorial: άltera Ediciones
Año: 2018
Nº de páginas: 120
ISBN digital: 978-84-16645-95-4
Depósito legal: M-2638-2018


Enviado por la editorial por expreso deseo de la autora para su comentario.
Recibido el 10-IV-2018.
Empezado a leer el: 17- IV-2018.
Acabado de leer el: 03-V-2018.


Reseña de la obra.- Este ensayo así califica la autora el género de su obra, yo lo tildaría de memoria, reflexión o, casi, diario; un diario en el que no se desglosan los días─ nos lo narra en primera persona. Una primera persona que, en ocasiones, da paso a un narrador-cámara. Alguien que nos explica todo lo que ve y cómo lo ve sin entrar en los sentimientos ajenos (sí en los suyos, de los que nos habla de vez en cuando, sobre todo en los momentos en los que algo le toca la fibra sensible). Trata de ser una cámara que pone, ante los ojos del lector, lo que ve, lo que sucede en su entorno y le resulta extraño o, simplemente, algo que considera digno de ser contado, es decir, se trata de una cámara muy humana.

Al comienzo de la obra incluye una «carta al lector» en la que se dirige a estos/nosotros, los lectores, de forma directa, como si nos hablara cara a cara y nos «agradece» el que hayamos comprado su libro y, de una forma rápida, nos hace un breve resumen de lo que vamos a encontrarnos un par de páginas más allá. Ana, la autora, reflexiona sobre su vida, los cambios, lo que quiere y no quiere hacer…, de «paso» ─y sin entrar en muchos detalles─, nos cuenta que está casada, tiene 43 años, un hijo y tres «postizos». También nos explica que a esos cambios llegó de la mano de un libro de Foster Wallace, el titulado Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer y que, ella, quiso «hacer» desde el otro «lado del espejo»; me explico, el autor norteamericano fue invitado a formar parte de los pasajeros de un enorme barco de placer, no precisamente para que disfrutara el autor de ese viaje, sino para que los siete días que duró la travesía Wallace narrase lo bueno, lo agradable, lo divertido que sucede en todas y cada una de las cubiertas del buque (y que no debió de ser tan bueno, agradable ni divertido para el americano a tenor del título de su libro). Cuando éste ─el libro─ cayó en las manos de Ana Caravaca ella quiso ver esa vida en un gran transatlántico, como he escrito antes, desde el otro «lado del espejo». No sólo le movió la curiosidad (el querer vivir la misma experiencia de Wallace pero no como pasajera, sino como tripulante, esa «fauna» que vive hacinada en las tripas del navío, que es prácticamente invisible ante los ojos de los viajeros, pero una fauna necesaria para el buen funcionamiento de todo lo que sucede en esa enorme ciudad flotante, una fauna compuesta por personas que viven sin apenas ver la luz del día…), también ella se vio empujada a ese cambio radical de vida al sentirse ninguneada en nuestro país como médico, mal pagada y, como digo, con ese deseo de cambiar y saber si era cierto que, como tripulante de esos cruceros de lujo que surcan los mares, era posible hacerse rico.
Se percató de que la riqueza tiene distintas varas de medir. Como todo en esta vida, no es lo mismo cobrar 1.000 dólares para un trabajador asiático quien, a su regreso a casa, con ese dinero ahorrado, puede que su familia tenga para subsistir el resto del año, que para un español, europeo o americano del norte donde el nivel de vida es más elevado y, esos mil dólares, apenas llegan para cubrir los gastos de una familia normal.

En cuanto al estilo es sencillo, de fácil lectura, coloquial incluso, en el que, además, acompaña anglicismos (algunos de ellos para dar a conocer el rango de los jefes de los tripulantes, trabajadores que, en algunos casos, ni tan siquiera cobraban un sueldo sino que vivían de las propinas). Otros de estos anglicismos son los que ya se han asentado en nuestro idioma y forman parte de él a diario.

La obra no está exenta de una acerba crítica social (hacia la sociedad en general y de la que no se libra ni la clase política). Pone de relieve problemas como:
* Hacinamiento en los camarotes: en menos de 5 m. duermen dos tripulantes, sin apenas lugar para el equipaje que, en ocasiones, debe quedar fuera del camarote (en el pasillo); o la falta de intimidad en los aseos que comparten cada 2 camarotes.
* Exceso de comida para mantener a la tripulación satisfecha en todos o casi todos los órdenes.
* El embrutecimiento de los sentidos o, como lo define la autora, «destrucción (cerebral) masiva» llevada a cabo por el circuito cerrado de televisión (en este caso dirigido a los viajeros donde se les incita a las compras compulsivas dentro de las tiendas del trasatlántico, visitas a determinados comercios situados en las ciudades en las que hacen escala, excursiones programadas, etc. etc.).
* Mala praxis del jefe médico (del que hablaré en el apartado que dedico a los «Personajes») pero que resalto aquí las quejas de la autora. Dice de él: que se trata de un hombre de origen peruano, que se cree más yanqui que los yanquis; una persona déspota; machista; alguien que, para recetar un medicamento, consulta la Wikipedia. No tiene en consideración a los enfermos, sobre todo si se trata de los tripulantes a los que manda a trabajar aunque acaben de suturarle las heridas. Alguien que no respeta a la narradora-autora aunque sea tan médico o más que él, tan sólo por el hecho de ser mujer. No tiene en cuenta sus opiniones, además, se ve apoyado por las enfermeras a las que la autora llama gallinas cluecas que aplauden todo lo que dice y hace, no por estar conforme con él, sino por miedo y puro machismo por parte de ellas.

En el fondo, el tiempo que pasó la autora en ese monstruo que nos cuenta es un crucero de lujo, le llevó a vivir, ver y convivir con un universo cosmopolita y, a la vez, frío y deshumanizado (al menos es la sensación que me transmitió la lectura del libro: un hervidero de personas como lo describe la autora: «pueblo a la deriva»─, de seres humanos, de los que se salvan unos pocos que puedan ser considerados así: como seres humanos). Y, al hablar de ellos y, antes de terminar esta reseña, diré que en esa mole flotante viven o, mejor decir: malviven, centenares de personas, personajes a los que la autora presenta a, algunos, de pasada; con otros se demora más tiempo, los describe, nos hace un retrato fiel y, a otros, incluso, les dedica un capítulo. Más adelante comparto la lista de personajes que son muchos y variados, muchos más de los que podríamos encontrar en una ciudad como Sigüenza (Guadalajara-España).

Para terminar diré que es una obra que me ha sorprendido; que, en más de una ocasión (sobre todo cuando habla de los tripulantes de menor categoría y las malsanas condiciones de vida, salud e higiene que los rodea, me llevó a pensar en los remeros-esclavos de las naves romanas o medievales: insalubres, anclados a su banco y su remo, sin ver la luz del sol, explotados hasta morir…). En determinadas ocasiones, las tripas del barco, la zona hundida de ese gran iceberg, lo que no se ve, me llegó a resultar altamente claustrofóbica; aun así la obra me ha gustado, sin embargo…, creo que me ha quitado las ganas de hacer un crucero (es broma).


Madrid, 20 de mayo de 2018 - Juana Castillo Escobar




Personajes
(Los primeros por orden de aparición, el resto por la importancia que les da la autora).

- Hermana de la narradora, persona que le recomendó el libro de Foster Wallace
- «El Bastión de los Mares», nombre ficticio del buque de recreo en el que transcurren los hechos (casi un personaje más).
- Micky – Reclutador de la compañía naviera.
- Kristy – Secretaria de Dirección de la compañía.
- Director Médico -
- Javi – Marido de la narradora.
- Juan – Hijo de la narradora.
- Sara – Joven trabajadora  en una agencia que tramita la búsqueda de familias para que acojan en sus casas estudiantes extranjeros que vayan a estudiar a los USA.
- Directora del colegio (en España) del hijo de la autora.
- Un hombrecillo de la empresa.
- Tripulantes: más de 300.
- Linda – Secretaria del barco.
- Húngaro responsable de una galería de arte en el barco.
- La Sra. Collie – Pasajera de 75 años, con artritis «galopante», mucho dinero, empalma cruceros semana tras semana y aguanta gracias a la oxicodona (derivado químico de la morfina) de la que es adicta.
- Ramón – El pastelero.
- Nicola – Jefe de refrigeración – Croata que se lleva muy bien con John y Carol.
- TomCompliance Officer: registra los accidentes.

- Rose – Señora de la limpieza encargada de mantener limpia la medical facility – Jamaicana, sesentona, madre-abuela, siempre con el uniforme de house keeper (asistenta). No cobra un sueldo fijo sino que vive de las propinas y sin apenas ver la luz del sol.

- Kalu – Otro español [pág. 107]. De padres andaluces, más parece un indio como sus abuelos. Trabaja en el Guest Service (Atención al Cliente) lo que le lleva a estar al tanto de todo lo que sucede en el barco. Buen amigo de la narradora. Le detectan hipoacusia (sordera), regresa a casa para operarse y no se sabe si regresó a la compañía naviera.

- Leire – Compañera o amiga de la narradora/autora en el barco – Española, de unos 50 años, trabaja en el spa. También aparece en un capítulo dedicado a su persona [Pág. 99]. De ella se dice que es el prototipo de mujer vasca: cariñosa, echada hacia adelante, de mente abierta... Vivió un año en Canadá, como Fran, aprendiendo inglés, peluquera de profesión, trabaja una media de 10 horas diarias con una mañana o una tarde libre (depende cómo le venga bien a su jefa, una jamaicana que empezó fregando váteres, ascendió en la compañía y llegó a ser manager del spa, lo que hizo que el cargo se le subiera a la cabeza). Cobra unos 600 dólares al mes.

- Fran – Periodista español de poco más de 30 años, goza de un camarote individual de 5m. Más conocido por «El fantasma de la jogging track» y a quien dedica un capítulo [Pág. 91]. Lo conoció a los dos meses de embarcar. Reportero de Madrid que, además, hace de: cámara, editor, montador, realizador, técnico, electricista…, de todo. Sale malparado del barco donde trabaja casi a nivel de esclavo, regresa a casa sin recibir la paga, con problemas para encontrar trabajo y teniendo que «emigrar» a Barcelona.

- Cruise Director – Modelo, guapo, elegante, con don de gentes, sale por la televisión (circuito cerrado al que graba Fran) del barco y ameniza la hora de la siesta con un programa de parejas casadas de las que forman parte los cruceristas. Tenía un loro, una Harley Davidson y, eso, su propio canal de T.V. en el que también da: la previsión del tiempo, cuenta algún detalle histórico sobre la próxima excursión o puerto o, simplemente, gasta bromas.
Otros que salen por T.V.:
* dos inglesas, una vendedora de excursiones y, la otra, vendedora sin más
* una morena que tan sólo insta a comprar durante la próxima parada en puerto
* un filipino apodado Kung Fu Panda por su parecido con este animalito, seco como la mojama y muy eficiente.

Staf médicoMedical Facility o la clínica - En el barco van 3 médicos, 5 enfermeras y 1 secretaria médica [pág. 75].
Los médicos y las enfermeras, en su uniforme, lucen galones como los militares y, según sea su color, ese será su rango:
* Green (verde) – Doctor Junior – el de menor tiempo a bordo (la narradora/autora: Ana Caravaca).
* Blue (azul) – Doctor intermedioGiovanni (de menos de 40 años).
* Senior DoctorJefe médico responsable de los otros dos médicos - - John (doctor Senior, sexagenario ya jubilado y que permanece en el barco por acompañar a Carol, su esposa, aún enfermera supervisora. Son sustituidos por el médico Mr. Adolf y Magdalena).
2 galones – Enfermera supervisora.
1 galón – 4 enfermeras restantes
- Mr. Adolf – Sustituto de John. Según la autora: «peruano disfrazado de gringo: beisbolera, shorts, zapatillas Nike y con el rictus empalado de «soy más yanqui que los yanquis porque vivo en Florida (con pasaporte turista) y mi hija estudia en Boston» ».
- Magdalena, nueva supervisora – Nicaragüense, mitad hombre, mitad mujer. Menuda. Pelo a lo chico [pág. 78]
- Esperanza, enfermera filipina.

Cuantía por gastos médicos:

Más de 100 dólares por visitar al médico

              10 dólares cada pastilla de antitérmico
              12 dólares jarabe para la tos
              10 dólares cada pastilla de 250 mg. de azitromicina
Un catarro cuesta en un barco más de 200 dólares

180 dólares 1 caja de Amoxicilina
  50 dólares prueba de Gripe A
  30 dólares análisis de orina

Alusión a personajes reales o famosos:

- David Foster Wallace - Escritor estadounidense, muy conocido por su novela La broma infinita, considerada por la revista Time como una de las 100 mejores novelas en lengua inglesa del período comprendido entre 1923 y 2006. Nació el 21-II-1962, en Ithaca, Nueva York / Falleció el 12-IX- 2008 en Claremont, California.
- Brito (¿Vicente?) – Pintor y arquitecto cubano afincado en Granada ¿?.
- Dora la exploradora – Protagonista de una serie educativa de dibujos animados estadounidense para niños en edad preescolar.
- Ben Johnson – Ex atleta canadiense.
- Usain Bolt – Ex velocista jamaicano.
- Bob Marley - Músico, guitarrista y compositor jamaicano.

Espectáculos del barco

- Mamma Mía – Grease – En directo.
- Películas desde Casablanca a las más actuales.

Algunas curiosidades que llamaron mi atención:

- En el barco existen dos o tres suites por las que llegan a pagar más o menos unos 20.000 dólares por semana, incluido un mayordomo que habla varios idiomas. Frente a ellas están las de los tripulantes que las llaman zulo room.

- DrillSe lleva a cabo un simulacro: En caso de emergencia médica, naufragio, colisión, incendio, terrorismo, hombre al agua…
* Si hay naufragio o colisión los pasajeros son evacuados en botes salvavidas rígidos, cerrados con techo de vidrio y con una capacidad para 370 personas. Llevan un kit de supervivencia para cada uno de los naufragados.
* Los tripulantes desembarcan, en caso de emergencia, en los Life Raf o colchonetas hinchables con capota de tela. Llevan un kit de supervivencia para todos formado por: 3 litros de agua, galletitas energéticas e instrumentos para llamar la atención de los barcos próximos.

- Alfa, Alfa, AlfaEmergencia médica – Código Alfa – Al menos una vez por semana salta un Código A por: fallecimiento de pasajeros; hemorragia digestiva por culpa del mucho beber; borracheras; cortaduras; crisis epilépticas… Durante el tiempo que trabajó en el barco hubo 4 fallecidos: 1 muerto cada 4 semanas.

Frase con la que termina la obra:

«No hay nada mejor que carecer de algo para valorarlo de verdad». 





Biografía de la autora.- Ana Caravaca Caballero nació en Madrid y es médico de profesión.-Aunque su labor asistencial la realiza en las emergencias en Madrid, el resto de su tiempo lo dedica a viajar por el mundo y escribir. Divulgadora de vocación, ha publicado numerosos libros de medicina (manuales para técnicos en emergencia, primeros auxilios, pediatría y urgencias); ha participado en varios programas de televisión y ha hecho otras incursiones en el mundo de la radio. Además ha sido editora, Directora Médica de la editorial Arán y autora de las novelas «Dubrovka» y «Urgencia 0» así como el poemario «Tribulaciones de una camaleónica».


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